¿Qué es la inteligencia?

Un 18 de febrero del 2019 tuve una agradable conversación o debate con mi esposa Victoria, a raíz de la definición de ¿Qué es, la inteligencia? Que, con toda su naturalidad me contestó: “Ya sabemos que es una energía”

Ante esta contundente respuesta de “Ya sabemos” como si fuera generalizado ese saber de que la inteligencia es una “energía”, violentó mis convicciones de que no es así, de que nadie y principalmente científicos, filósofos o catedráticos del saber humano, definen la inteligencia como una energía y, al contestar contrariamente a mi esposa, le aseguré, que nadie dirá lo que ella me dijo de “Ya sabemos que es una energía”. Que esa frase era un producto de nuestra convivencia en común que está a punto de cumplir los 48 años y a la infinidad de veces que yo la hice común en nuestras conversaciones, a partir del momento que desarrollé mi teoría en el escrito titulado: “Teoría de la vida y de la inteligencia” y que luego fui ampliando con otros escritos a través de los últimos 20 años. Naturalmente, mi esposa no aceptó mis palabras de que yo le di esa definición y que ella había llegado a esa conclusión por ella misma, no porque yo lo escribiera o dijera en múltiples ocasiones. Por más de una hora nos contradecimos en razonamientos que justificaran el origen del “saber” de la teoría de lo que es la “inteligencia” y, se me ocurrió, solucionar el conflicto dialéctico diciéndole a mi esposa: “Te aseguro, que ni una sola persona de las llamadas cultas e inteligentes que existen, dirá o ha escrito que “La inteligencia es una energía” y para saberlo, lo podíamos consultar en la internet que teníamos a mano en el ordenador. Por lo que se alegró de la ocurrencia como forma de disipar dudas y finalizar una de tantas discusiones que mantenemos de los más diversos temas.

Una vez metidos en el ordenador y el buscador Google, la esposa eligió la frase con la que encabezo este escrito “¿Qué es, la inteligencia?” y, accedo a la página o web que está en primera posición: https://www.elmundodelsuperdotado.com/que-es-la-inteligencia/ que en su primer párrafo lo explica de esta manera: “La inteligencia es una capacidad mental muy general que implica habilidad para razonar, planificar, resolver problemas, pensar de forma abstracta, comprender ideas complejas, aprender con rapidez y aprender de la experiencia.”

Como se ve, una descripción muy corta que no llega a una página, que deposita todo su análisis en una “capacidad mental” pero no ahonda en el por qué tenemos inteligencia. Me sorprendo de esta descripción dado que, esta página o web, figura en el primer lugar en el buscador de Google, donde habla de “Superdotados y Altas Capacidades” y, pinchando en “Quienes somos”, me sorprende ver como se construyen plusvalías a partir de una idea que la mayor parte de las veces ni es propia, ni es acertada o verdadera. No convencido con la definición que se aportaba en dicha web, hice otra búsqueda y me encuentro con la web de la Universidad de Navarra (España): https://www.unav.edu/web/ciencia-razon-y-fe/sobre-el-origen-de-la-inteligencia-humana Leído este artículo de Carlos A. Marmelada, aclara que es una ampliación al artículo que sobre este motivo escribió Juan Luís Arsuaga titulado: “El origen de la inteligencia humana” donde basa y desarrolla una teoría en “un cambio en la dieta de los homínidos”. Copio los primeros párrafos, para dar una idea mejor de lo que aquí se escribe acerca de la inteligencia: “¿Cuándo empezamos a ser inteligentes los humanos? ¿Cómo apareció nuestra inteligencia? ¿Qué la hizo surgir? ¿Emergió paulatinamente a partir de las potencialidades de la materia, tal como ya sugirió Darwin? ¿Responde a un acto de creación divina, como afirmaba Wallace? Este viejo debate no ha perdido su vigencia en nuestros días.

Carroña e inteligencia

El debate sobre cómo se originó la inteligencia humana, lejos de estar resuelto sigue siendo en nuestros días motivo de controversia. A partir de finales de los ochenta del siglo pasado, pero sobre todo en los noventa, fue tomando cada vez más cuerpo una explicación de corte naturalista emergentista, en la que algunos científicos sugerían que un cambio en la dieta de los homínidos, introduciendo el consumo relativamente abundante de carne, habría dado lugar a cerebros más grandes en los que habría podido empezar a emerger la inteligencia. Entre estos científicos destacan Leslie C. Aiello y Peter Wheeler, quienes desde hace años vienen llamando la atención sobre este punto. Según ellos, individuos con cerebros relativamente grandes tendrían la inteligencia mínima para ser los primeros en fabricar herramientas con las que romper las cañas de los huesos para poder acceder al tuétano, en donde se hallan los nutrientes más energéticos. De este modo, una alimentación rica en grasas animales y en proteínas permitía un aumento progresivo del volumen cerebral. Y con dicho incremento un desarrollo progresivo de la inteligencia.

En España esta tesis ha llegado al campo de la divulgación científica de la mano del último libro de Juan Luis Arsuaga: Los aborígenes. La alimentación en la evolución humana. En esta obra, Arsuaga insiste en la idea de la emergencia natural de la inteligencia humana a partir de la reestructuración y expansión del cerebro, posibilitada por el aporte energético que proporcionaría el consumo de carne. El afamado codirector de los yacimientos burgaleses de Atapuerca, califica el descubrimiento de la carroña como fuente de alimentación como: «el acontecimiento fundamental en nuestra evolución.”

No satisfecho con esta teoría que, explicada a mi esposa nos resultó insatisfecha en cuanto a la inteligencia se refiere, le dije que no encontraríamos en la internet a esos “sabedores de que la inteligencia es una energía” que ella decía. Y para seguir y demostrárselo, acudí a la segunda entrada, que corresponde a la Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Inteligencia donde el encabezamiento ya advierte: “La inteligencia es un concepto difícil de definir. Una definición sencilla la describe como la capacidad de generar información nueva combinando la que recibimos del exterior con aquella de la que disponemos en nuestra memoria. Se trata de una capacidad general que implica varios factores: el pensamiento abstracto dirigido hacia la resolución de problemas o la capacidad de adquirir conocimientos.”

O sea, lo mismo que la primera web que visité pero ampliado. Leyendo un poco, observo el título que dice: “Definición de la inteligencia” con un recuadro donde un tal Vernon (1960) sugirió una clasificación de las principales definiciones aportadas por afamados teóricos y científicos que reproduzco a continuación:

CH. Spearman:     Capacidad unitaria para resolver problemas y crear nuevos contenidos.

H.J. Eysenck:        Vinculó la inteligencia biológica con el procesamiento neuronal eficiente.

L.G. Humphreys:  Conjunto de habilidades para adaptarse al entorno.

 H. Gardner:          Capacidad de resolución de problemas y la elaboración de productos que                            sean valorados.

L.S. Gottfredson:  Capacidad mental que incluye la habilidad de razonar, planificar, resolver problemas, pensar en abstracto, comprender ideas complejas, aprender rápido y aprender de la experiencia, que es más que una destreza académica o del aprendizaje por medio de libros.

Alfred Binet:         El juicio, también llamado “sentido común”, “sentido práctico”, “iniciativa”, la facultad de adaptarse a las circunstancias…, auto-crítica.

David Wechsler:    La capacidad agregada o global del individuo de actuar, con propósito de actuar racionalmente y de manejar eficazmente su entorno.

Cyril Burt:              Capacidad cognitiva innata.

Linda Gottfredson: La capacidad de lidiar con la complejidad cognitiva.

Sternberg y Salter:  Comportamiento adaptativo dirigido a metas.

Reuven Feverstein: La teoría de la modificación cognitiva estructural describe la inteligencia como “La propensión única de los seres humanos a cambiar o modificar la estructura de su funcionamiento cognitivo para adaptarse a los cambios de una situación a lo largo de la vida.

Legg y Hutter:        La inteligencia mide la capacidad de un agente para alcanzar los objetivos de una amplia gama de entornos, que ha sido matemáticamente formalizado.

Doce definiciones de  la “inteligencia” de los más afamados  teóricos que encuentro en la Wikipedia y, leído un poco más de dicha página y web, comento con mi esposa acerca de mi afirmación de que la “Inteligencia es una energía, como millones de ellas, desconocidas a la mente humana en el entorno universal de la vida”. Y esta aclaración y explicación que razoné por un tiempo de unas dos horas, conseguí me diera la razón y la admiración de mi teoría que no tengo aun completamente desarrollada en escritos, lamentándose ella, de que no le dé forma, y pueda dejarlo para la posteridad.

Le aclaré, las deficiencias culturales y formativas de las que somos portadores como impedimento principal para poder expresar esta “idea filosófica”, así como nuestra situación personal y médica que hace difícil dedicar tiempos a este tema, amén del compromiso que tengo conmigo de finalizar la obra de narrativa que hace años no doy terminado, y retomo de vez en cuando para avanzar en su término. Pasados unos días de esta conversación, decidí escribir sobre esta teoría para ver si la dejo aclarada, echando mano de lo que ya tengo escrito en diversos escritos y sin tener en cuenta para nada, lo que se haya escrito sobre el tema de los diversos teóricos que abundan en la internet, como en diversos libros que ignoro y no deseo saber sus supuestos, ya que contaminaría mi teoría que opino, es mía y libre de influencias para, como teoría, sea la opinión publica común, y la especializada que, con “argumentos”, valore cual es la más acertada y posible, en un mundo que, de una idea, es posible que miles y miles de personajes saquen beneficios y plusvalías que ellos no han tenido ni desarrollado.

Tengo escrito hace años: “La inteligencia es el ser fundamental de la persona humana. Es la inteligencia la que nos conforma en personas, la que nos diferencia de los animales, la que nos da capacidades para desarrollarnos, es la que nos proporciona valores humanos o nos convierte en depredadores de la existencia. Dentro del mundo cerebral inteligente se encuentran unas energías; esas energías beben y se alimentan de lo social, de la especie, del entorno, de lo familiar, de la etnia, del pueblo, de sus saberes inteligentes, particulares y colectivos, conforma en ese ser social su particular estado inteligente. La energía que desprende la inteligencia, tiene dos polos opuestos y complementarios que conforman la personalidad del ser individual, es precisamente la complementación de eses dos polos –positivo o negativo- lo que hace que la inteligencia sea usada tanto para crear como para destruir, para cultivar en el cuerpo de la persona la envidia, la avaricia, el egoísmo, la maldad o lo obsceno, como para dotarnos de la sencillez e inocencia que la mayor parte de los niños y niñas nos ofrecen, del sacrificio y el dar de una madre que con su dolor nos trae a este mundo, del trabajar en respeto y continuado de muchísimos padres que pretenden asegurar futuros imprevisibles.

Cuando en la persona brillan con más intensidad las luces de la inteligencia positiva, su vida es más cómoda en lo íntimo, en lo familiar, en lo social, y desenvuelve con más celeridad valores potenciales de futuras nuevas vías, ingenios, inventivas y formas que, en lo común, en lo social, son quién de desenvolver y de poner al servicio de la colectividad.  Se concretiza la inteligencia y se suma a la herencia que iluminará nuevas vidas, nuevas inteligencias en un continuado relevo generacional. Si por contra, las luces que más brillan en una persona, ya desde pequeños, son de tipo negativo, veremos la mentira, la falsedad, la presunción, el egoísmo, la avaricia, la envidia y toda forma que trata de rebajar al “otro”, de dominarlo, de expoliarlo, de usarlo y explotarlo, de hacerse grande e importante con el uso y abuso de los demás. Estamos ante un depredador que no se saciará con nada; y el mundo está, estuvo y estará lleno de ellos porque aún no fuimos capaces, como personas e inteligentes, a crear un mundo humano y humanizado en todos los resortes existenciales de la vida. ¿Puede alguien dudar de todo esto? Somos testigos diarios de todas las depredaciones que se cometen con dulces cantos y palabras muy engañosas.”

Estos párrafos copiados de mi escrito “Teoría de la vida y de la inteligencia” sostiene que “dentro del mundo cerebral inteligente” se encuentran unas energías, positiva o negativa que conforman nuestra personalidad. Y por qué digo energías? Digo energías, porque la inteligencia crea y conforma energía que no es visible, pero sí es activa tal como muchas energías existentes, que no se ven pero que se palpan sus efectos, e incluso se miden y utilizan. Nuestra inteligencia cerebral, aparte de ser y obrar instintivamente, aprende rápidamente de su entorno más directo y hereda los saberes de millones de ancestros si se le ponen a su disposición, como plataforma de nuevas creaciones.

En el mismo escrito antes referenciado de Teoría de la vida y de la inteligencia digo: “La vida existe, no hay principio, no hay fin. Somos parte de esa existencia en lo biológico y en lo inteligente. Hay miles, millones, billones…, de energías desconocidas a la mente e inteligencia que hemos desarrollado. La muerte biológica es un producto de la naturaleza que lucha por mantenerse en vida. El fruto que da la vida es lo que riega las arterias de la existencia, tanto humana como animal, vegetal o mineral. Lo que no muere porque no tiene biología es la “inteligencia”. Esta queda “impregnada” en los entornos inteligentes (personas) que tuvieran capacidades de asimilación. De esta “impregnación” de la inteligencia se va conformando el saber, el escribir, el hablar, el transmitir, el comunicarse, el inventar, el disfrutar, el destruir, el aniquilar, el matar la vida misma y todo signo positivo o negativo que en herencia generacional nos transmiten o transmitimos a las futuras generaciones, en un  proceso continuado en el que, de no triunfar las energías positivas del intelecto, la vida de la persona humana de este nuestro planeta, desaparecerá en partículas minúsculas en el océano del universo, donde pueda que alguna de esas partículas encuentre una tierra más fértil, y donde la inteligencia se desenvuelva más plenamente positiva.”

Como se ve, he escrito que “La vida existe, no hay principio, no hay fin” y, de estas nueve palabras, aseguro que lo que llamamos “Universo” con tantas estrellas o soles, planetas y asteroides que viajan por el espacio, son síntomas y realidades de un mundo universal que no tiene fronteras ni límites. Siempre se podrá viajar por el espacio, sin hallar nunca paredes limitadoras ni distancias que no se puedan escudriñar o recorrer de tener los ingenios transportadores o de observación necesarios. El Universo no tiene un principio ni un fin, es eso: Universo con millones y millones de astros, de soles, de planetas, de fenómenos conocidos y fenómenos desconocidos, de vida probablemente en muchos de esos millones de planetas que desconocemos en nuestras limitaciones científicas de ese Universo. Y la vida humana así como su inteligencia, son fenómenos existenciales, que muy bien podrían ser o proceder de otros fenómenos sucedidos que la mente humana no puede recordar porque, al tener un tiempo limitado de existencia y no poder transmitir conocimientos como por ejemplo: una hecatombe donde todo queda destruido y solo se salva algo de vida que da continuidad a la especie humana, ¿cómo solo unas pocas personas podrían transmitir conocimientos tan diversos y necesarios que las sociedades acumulan y son la base de los adelantos científicos y materiales de los que se disfruta en cada momento de la vida?. Sería imposible y sería un nuevo empezar. Ejemplo de ello son las guerras, ¿cuánto atraso ocasiona a ese pueblo que fue vencido, sacrificado y sometido que, para subsistir, acepta la esclavitud y el abuso coma norma de vida, si pretende conservar rasgos de identidad propios, dentro de unos vencedores orgullosos y ávidos de poder?  

Federico E. Ávila Soto “Ficos” /Autor de este escrito.

En Santa Pola (Alicante) 20/02/2019

Deja un comentario